jueves, marzo 17, 2011

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EDWARD S. CURTIS
(Tribu Navajo, 1904)


En mi saliva y mi baba te he dado mi descendencia -dijo la voz en el árbol-. Ahora mi cabeza no tiene nada encima, no es más que una calavera sin carne. Así es la cabeza de los más grandes príncipes, pues la carne solo da una hermosa apariencia. Es por eso que cuando mueren, se espantan los hombres por sus huesos.

2 comentarios:

Portinari dijo...

Cómo, cómo. Para ser árbol.

Encuentras cosas de las que nadie habla. Son las lenguas de los muertos.

Enrique M. dijo...

Profanando los cementerios de luz, Portinari.