domingo, junio 08, 2008

Dominio del malestar producido por el fin del dominio


Si hablo tanto de la lluvia, o en este redil, en el que hablar es escribir, escribo sobre ella, es por una admiracion sumisa.

El momento previo (o posterior), se percibe en un aroma humedo, y decimos humedo sin criterio alguno. ¿Que huele a humedo? La ropa recien tendida rezuma humedad, sin embargo su olor dista del de la lluvia, por lo que, podria afirmarse, que la humedad del fenomeno crea la fragancia dependiendo de la superficie o los factores externos que entran en contacto con ella, como puede ser, en el caso de la ropa, el detergente. Por otro lado, seria de una extravangancia absurda no sentenciar que lo que proviene de un fenomento puramente acuatico, y por lo tanto humedo, no es a su vez humedo.

De esta manera, es comprensible que la esencia previa es la de la tristeza. Una tristeza triste, propia de la inevitabilidad, y a la que, sin embargo, no se le puede reprochar tanto, pues no es una tristeza triste que implique redundancia, sino una cualidad elevada a un cuadrado que se puede volver prisma, o por que no ser mas cruel, rombo. Es un estado cancerigeno, cuyo final inapelable es la muerte. Para que la situacion se vuelva de matices mas terribles, el proceso de la lluvia es inverso a los procesos corporales. La muerte es la del tiempo que acaba, para dar paso bien al sol, a la lluvia o a la nieve. Y es intermitente.

Ademas del cambio de sentido en el proceso, el individuo, que no por denominarse individuo deja de llevar pantalones o camisa, se encuentra ante un fenomeno imposible de transformar. Se han presentado todo tipo de denuncias, a cada cual mas razonable. Fallecimiento de un padre durante una atroz llovizna (y era atroz porque tecnicamente era llovizna, no obstante, su paso a la denominacion de lluvia era nimio), comienzo de un amor neblinoso durante un dia insultantemente solariego, o eliminacion absoluta de la caspa en una cabeza rebelde, en el momento previo a una nevada incomprensible. Seria hermoso que estas personas pudiesen intercambiar sus desacuerdos meteorologicos: llovizna para la misteriosa pareja, sol para el orgulloso descaspado y nieve (por regla general de caracter piadoso) para el fin del padre, y el fin de un padre.

La lluvia huele a tristeza, la tristeza a inevitabilidad. La inevitabilidad a lo divino, a lo teologicamente fisico, a culturas sepultadas, a nubes habitadas.


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Odiosa naturaleza, antipoetica, ogresa devoradora de toda espiritualidad. Tan ogresa como glotona es la belleza. La poesia es una vision del mundo que se obtiene con un esfuerzo, a veces agotador, de la voluntad tensa como un arbotante. La poesia es voluntaria. No es una blandura, una entrada libre y gratuita por los sentidos; no se confunde con la sensualidad, sino que, oponiendose a ella, nacia, por ejemplo, los sabados, cuando sacaban, para limpiar las habitaciones, las butacas y las sillas de terciopelo rojo, los espejos dorados y las mesas de caoba al verde prado, tan proximo.

Jean Genet


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Cuadro: Fenomeno de ingravidez [Remedios Varo]