viernes, agosto 24, 2012

Nu există ochi pentru ce vine



IMOGE CUNNIGHAM





No te cortes en la mano o en el pie,
ni por azar ni adrede.

Pondrán rápidamente un dios en esa herida,

pondrán un dios ahí
porque él
protege todo aquello que se separa de uno mismo



*


Me tensaba para recordar
el mundo que he comprendido fulgurantemente
y que me ha castigado arrojándome en el cuerpo,
este lento hablador.

Pero no podía recordar nada.
Sólo esto – que he tocado
Otra cosa, Otra persona, Otro dónde,
que, sabiéndome, me rechazaron.


*


Estoy enfermo
Porque no puede dividirse entre dos ojos
dos errantes, dos uvas,
dos leones rugientes, y entre dos
mártires descansando en hogueras.


*


Me miraré en todas las cosas,
abrazaré conmigo mismo
todas las cosas a la vez,
y ellas
me lanzarán atrás, después de que
todo lo que había en mí de cosa
haya pasado, desde hace mucho tiempo, a las cosas


*


Es el adentro pleno,
el interior del punto,
más apretado en sí mismo que el punto mismo


NICHITA STANESCU
Once elegías
(1966)




1 comentario:

Portinari dijo...

se suspenden las manos. aprendemos a cantar con sus cortes. celebremos, celebremos, jerusalem, jerusalem, jerusalem!